lunes, 6 de diciembre de 2010

Marchó el otoño amedrentado

Marchó a descansar el otoño horrorizado
dejando tras de sí aire de amargura y lágrimas.
Engalanado de un rojo viciado
con pólvora de odio matándose las almas.

Llegó el crudo invierno con sus heladas.
Aún siguen entre el ripio perdiendo sus vidas,
enloquecidos dejan sus corduras ancladas.

Judíos y palestinos, ¡basta ya!
deteneos, remendad las heridas,
enterrad los odios, dejad las mentes calmadas,
dejad pasar a vuestros corazones floridas
primaveras, que desde vuestro fondo os son reclamadas.

Hombres, todos sentaos
a la mesa del amor,
de su delicioso manjar comed,
que vuestro espíritu goce con candor
esa sosegada paz que os reclama.

Después de la siesta atormentada
dejad entrar en vuestro corazón la primavera
despertando sarmientos, casi en sementera,
por la sequedad devastadora de la guerra.

Agosto 2003