domingo, 5 de junio de 2011

Naciste para amar

A doña Cayetana, duquesa de Alba.

I
Cuántas hojas musicales
como susurros de mar en calma
llegan hasta el fondo de tu alma.
Cuántas hojas con acordes mal sonantes
agrietan las paredes de tu sosegada morada.

Rígida infancia sin aromas,
deambulas cual estatua de mármol,
en una brisa hostil y gris
dispersando olor de azufre en tus manos.
Ves… corazones apolillados por las nefastas carcomas.
Después de la nefasta contienda
regresas al punto de donde partiste,
montón de ripios tu habitación,
sentías dolor y desolación a tu alrededor.
Tu jaula de oro, lecho donde naciste, se desmoronó…

Cuántas hojas musicales
como susurros de mar en calma
llegan hasta el fondo de tu alma.

Naciste hermosa y altiva flor
en un mundo duro y frío de mármol.
Tu rígida infancia hirió el amor,
fuego que ardía; día y noche, en tu prisionero corazón
sin poder echar a volar el canto de tus emociones.

Esa rigidez protocolar
que encorsetó tu alma para amar,
tu corazón llora esa frialdad
que apaga el fuego del amor para amar.
Florecilla traviesa… tu aroma, ansias de amar en libertad.

Un día te deshiciste del corsé
que salvaguardaba tu castidad
volando nuevos cielos de luz
desechaste las ropas de la fría rigidez protocolar.
Gozando de tu liberación, sonriente vuelas en libertad.

Cuántas hojas con acordes mal sonantes
agrietan las paredes de tu sosegada morada

II

Por el camino de la vida
se esfumaron dos jardineros
del palacio de tu corazón;
dejando tu alma desorientada y herida.
Otra vez en tu jaula de oro, maltrecha y en soledad hundida.

Coronada siempre de esperanza
tu corazón ansía al viento gritar:
¿donde está el amor para amar?
Un amor lozano a tu ventana vino a llamar
reviviendo el fuego marchito que acaparó la soledad.

Cuántas hojas musicales
como susurros de mar en calma
llegan hasta el fondo de tu alma.

Así te veo yo ¡hermosa Cayetana!
interiormente hermosa rosa,
por los avatares de la vida
casi marchita y duramente golpeada. El alma
exterior fuego, pasión y agua para vivir el amor con gana.

Naciste llena de amor para el amor
aunque a veces acose la frialdad tu morada.

Aun en tu madurez eres hermosa, Cayetana,
aunque por el exterior seas rosa casi marchitada.
Tu interior esparce aroma de rosa viva
fluyen en ti las ansias de beber de la fuente
del amor, hasta agotarla, antes que la vida
de tu cuerpo se esfume, mi rosa galana.

Cuántas hojas con acordes mal sonantes
agrietan las paredes de tu sosegada morada.

Cuántas hojas musicales
como susurros de mar en calma
llegan hasta el fondo de tu alma, Cayetana.

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