martes, 26 de octubre de 2010

Última copa de sol de verano

Brindando con la última copa de la
vajilla de verano en nuestras manos,
percibimos el último aliento de agosto.
Ambos bebimos pausados tragos de sol veraniego.

Gozando de la madre natura,
comimos la paz que nos brindaba el lago,
con sus destellantes reflejos para nuestros ojos.
Tú y yo solos, postrados en el lecho de una hermosa roca.

Atónitos, ante el murmullo casi silencioso de la naturaleza
acompañado con las sigilosas notas musicales
de sosegados gemidos placenteros del lago.
Con la melodía musical de la brisa,
y los últimos rayos del sol del verano que,
como flechas se hendían en nuestros cuerpos,
accionando el mecanismo de nuestras excitaciones.
Desnudos, gozamos de la suavidad de nuestras pieles.

Cuantas caricias deslizándose por el tobogán de nuestros cuerpos.
Cuántos besos engendrados con suavidad,
son deshojados de la rosa de nuestro fuego
para caer en nuestra tierra mullida y sedienta
de nuestros cuerpos, culminando así la pasión.

Nuestras bocas, ardorosas y deseosas de placer,
apasionadas, van pausadamente deslizándose
hacia las vegas bajas de nuestros cuerpos.
Degustadoras de placeres ocultos,
succionadoras de miembros y partes vaginales;
con destreza, hacen navegar en los mares del placer
dejando en nuestro paladar, el sabor agridulce del
éxtasis de sus aguas.

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